El precio de cocinar en Teflón
En la cocina, hay decisiones que tomamos sin cuestionar. Una de ellas es usar sartenes antiadherentes de teflón como si fueran la opción más lógica: no se pega, se limpian fácil y, cuando empiezan a fallar, simplemente las cambiamos por una nueva.
Pero esa costumbre esconde dos problemas importantes: por un lado, el riesgo para tu salud al cocinar sobre un recubrimiento hecho de plásticos y químicos; por el otro, el gasto constante de reemplazarlas cada pocos años.
La promesa del antiadherente… y su realidad
El teflón y otros recubrimientos antiadherentes se venden como tecnología de cocina moderna.
En un principio, funcionan a la perfección: la comida se desliza, no se pega, y la limpieza es casi instantánea.
Sin embargo, esa “magia” tiene fecha de vencimiento. Con el uso, empiezan a aparecer pequeñas rayas, manchas que no salen y zonas donde la comida ya no se despega como antes. Podés cuidarla todo lo que quieras, pero el desgaste es inevitable.
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Qué son los “químicos eternos” y por qué están en tu sartén
La capa negra y lisa que recubre una sartén antiadherente no es inofensiva. Está hecha de polímeros sintéticos que contienen sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (tu sartén no debería tener químicos que nisiquiera podes prenunciar), mejor conocidas como PFAS, químicos eternos.
Se llaman así porque no se degradan de forma natural: pueden tardar cientos o miles de años en descomponerse en el medio ambiente y, una vez dentro del cuerpo humano, pueden permanecer durante décadas. Estudios encontraron PFAS en la sangre del 97% de la población mundial, según datos de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA).
Cuando tu sartén se raya o desgasta, pequeñas partículas del recubrimiento —junto con estos compuestos— se desprenden y terminan en tu comida. No las ves, no cambian el sabor… pero tu cuerpo sí las detecta, y no sabe cómo eliminarlas.
La exposición prolongada a PFAS fue vinculada por múltiples investigaciones a: alteraciones hormonales, problemas de fertilidad, daño hepático, aumento del colesterol, ciertos tipos de cancer.
Si querés saber más sobre qué son y cómo actúan los “químicos eternos”, te recomendamos esta nota de BBC Mundo: El peligro de los ‘químicos eternos’ que tenemos en nuestras casas
El ciclo del desgaste y el reemplazo
La mayoría de las sartenes antiadherentes dura apenas 2 o 3 años antes de que el desgaste sea tan evidente que decidas reemplazarlas.
Ahí comienza un ciclo que se repite una y otra vez:
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Comprás una sartén nueva que funciona perfecto.
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Empieza a desgastarse y rayarse.
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La comida se pega más, cuesta limpiarla.
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Gastás en otra sartén nueva.
Cada vuelta de este ciclo significa que durante meses o años consumiste pequeñas partículas del recubrimiento… y que volviste a invertir dinero en un producto que ya sabés que se va a desgastar.
El costo que no se ve
El problema del teflón es doble.
Por un lado, cobra con tu salud, al exponerte a químicos que se acumulan en tu cuerpo y no se eliminan fácilmente.
Por otro, cobra con tu bolsillo, porque es un sistema pensado para que sigas comprando el mismo producto una y otra vez.
Lo que parecía una opción “práctica” termina siendo, en el largo plazo, una opción cara y poco saludable.
La alternativa que rompe el ciclo
En Kankay creemos que una sartén no debería tener fecha de vencimiento. Por eso fabricamos sartenes 100% de hierro, una opción libre de químicos y recubrimientos plásticos, y que te duran toda la vida.
A diferencia del teflón:
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No se rayan ni se pelan.
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Son naturalmente antiadherentes con el curado correcto.
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Soportan cualquier temperatura sin degradarse.
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No te obligan a gastar cada dos años.
Una sartén de hierro no solo cuida tu salud: también es una inversión única que te acompaña toda la vida.
Cambiar tu sartén cambia tu salud.
Y, de paso, puede liberarte para siempre del gasto y la preocupación de reemplazarla.